domingo, 22 de diciembre de 2013

39

- No estuviste cuando más te necesité. Se me caía el mundo encima y tú no estabas para salvarme. Mi vida se desmoronaba por completo obligándome a verlo, y tú jamás viniste a abrazarme, a decirme que todo saldría bien, nunca nadie me dijo que todo saldría bien...y era lo que más necesitaba. Porque nada estaba bien en mi vida, siquiera tenía fuerzas para escribir, para huir de ello, porque ya estaba atrapada, ya no había manera de escapar, toda esta soledad me tenía en una jaula demasiado bonita, como tus ojos, que quizá llevan ambos caminos al mismo sitio.
- Pero...podemos salir de esto, siempre lo hicimos, siempre nos salvamos, siempre salimos a flote...
- El problema es que me hundí porque no estabas para salvarme, porque no estaba nadie para hacerlo. Y ya no es como antes, ahora llueve, llueve muy fuerte, lleva demasiado tiempo lloviendo.
- Yo jamás quise...
- Lo sé. Pero pasó, podríamos decir que yo llevo mucho tiempo muerta, esperando a que vengas a resucitarme con un beso, pero nunca llega...no podemos seguir así. No puedo seguir muriendo, no puedo seguir llorando por las noches y esperando olvidar tu sonrisa, que nunca me acompaña. No... -se me quebró la voz, y entonces ya sí que morí. Morí allí, en aquella habitación, en aquella mirada; y lloré sin que se vieran las lágrimas, porque lloré hacia dentro, que es dónde más duele.
- Siempre podemos volver a ser uno, te necesito. No puedo vivir sin ti, no puedo. -dijo mirándome, y el mundo se hacía cada vez más pequeño, me faltaba aire y me sobraban ganas de seguir matándome a su lado.
- Si puedes...-dije recordando el leve guión de una película de la que siquiera quise acordarme.
- Sí, pero no quiero. -dijo, y sonrió tan bonito como sólo él sabía, tan bonito que casi dejó de llover.
- El problema es que y no puedo vivir contigo... -dije, recordándome que no debía. Que debíamos separarnos, irnos por caminos distintos. Y antes de que dijera nada me di media vuelta, a sabiendas de que él no iría a buscarme, nunca lo había hecho. Salí del portal, la noche me abrazaba y la lluvia salpicaba mis mejillas, y sentada en un banco me rompí, y encendí un cigarro, ya no habían lágrimas, ya no quedaban. Y allí permanecí hasta que amaneció, y el sol se asomó por alguna esquina intentando calentar lo que llevaba frío desde hacía mucho tiempo. Ese fue el día de mi muerte, el día que morí por completo.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Letras perdidas

Hoy, me he armado de valor para meter mis letras perdidas en un sobre y mandártelo. Obviando la parte en la que arrugo el papel para tirarlo a la basura.
Me siento virgen con esto de escribirte, aunque lleves leyéndome desde antes que lo hiciera. Llevo escribiéndote aún sin palabras desde que el desgarro de tus besos me acompaña en cada sueño; recordándome que no eres mío, que no te tengo, que no me acaricias el pelo mientras duermo.
Dónde han viajado mis sueños, junto a las ganas de sentir de nuevo, ahora que sólo soy capaz de buscar en los recuerdos por si alguna mota de amor ha quedado olvidada. Un pero, una razón para pedirte que vuelvas.
Cuándo, tus ojos de arena han dejado de recorrerme el cuerpo en un susurro las noches de frío invierno. Y por qué, tus besos de miel han dejado de acompañarme las noches de lluvia para que nuestros cuerpos dancen en un baile eterno al son del repiqueteo de las lágrimas del mundo por ver que era mía tu sonrisa.
Hace demasiado que no siento el tacto de tus dedos acariciarme las heridas mientras sueño, podrías haberme curado las tuyas antes de irte de nuevo.
No sé dónde te escondes de mis ganas de encontrarte cuando me pierdo; ni a qué juegas cuando me suspiras que vuelves y antes de haber llegado te das media vuelta con mi corazón hecho trizas entre los dedos, y te marchas de nuevo. Tampoco entiendo, a qué se debe la pausa de la música del tamborileo de tus dedos en mi cintura cuando el cielo nos veía querer, o el fin de tus susurros de madrugada que me clavaban tus palabras como si algo verídico escondieran entre el remolino de tu boca.
Y es que no he sabido vivir desde que te marchaste y me dejaste en el abismo de tu recuerdo, cariño. Vivo soñando que vuelves a buscarme, y me rescatas de este mundo que, aliado contigo, ha decidido romperme. Pero nunca vienes. Siempre que haces amago de hacerlo das un paso atrás, y el abismo de tu cuello se aleja de mi alcance para poder morderlo.
Déjame viajar contigo por todo el mundo de tu cama, déjame volver a sentir el tacto de tu boca desgarrarme la idea de vivir sin ti que se esconde en mi clavícula.
Recítame los versos más dulces y pérfidos que se esconden en tu pelo, y hazme volver a soñar con ellos de madrugada y rómpeme cuando me dé cuenta de que te quiero más de lo que jamás me podrías llegar a querer.
Vuelve, y no te digo quédate porque ya te has ido. Necesito romperme a tu lado para obviar que lo estoy haciendo, déjame convertirte en mi droga y suplir los cigarros por tus besos, aunque mates más que el tabaco. Y quiéreme, como sé que nunca has hecho. Mantenme con vida aún a manos de una mentira, aún a suspiros de un "te quiero" ficticio que pude haber escuchado en un sueño.
Y es que la vida sólo es bonita si estoy a tu lado para quejarme de ella de madrugada con cigarro en mano y una cerveza en la mesa, cariño. Y ojalá algún día me entiendas.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Noches de Noviembre

Es curiosa la manera que tengo de romperme; de rompernos. No sé cuánto tiempo hace que no vivo, que no siento. Supongo que desde el último palpitar de mi pecho. Yo morí en un coche negro una noche de Noviembre. No recuerdo bien qué día era, sólo que el silencio me tomó la palabra, y que ya sólo se escuchaba el repiqueteo de las lágrimas de la que podría ser mi alma, que se deshacía en el capó de tu coche. Me abrazabas y me pedías perdón, como si sirviera de algo, y siento decir que no servía de nada. 
Mi mundo se derrumbó. 
Otra vez. 
Conmigo dentro. 
Otra vez.
Me abrazabas como si siguieras allí, como si no te hubieras ido. Y allí me deshice. Escuché cristales romperse en mi interior, sin saber si era yo o nosotros lo que se rompía, y me puse en armonía con la lluvia, me rompí en un silencio que sólo yo entendía y dejé que mi mundo hiciera lo mismo. Las palabras servían de poco, por no decir de nada. Podría ser bonito decir que morí en tus brazos, cuando creo que lo hice sola en medio de la nada, y encima sin tabaco. La vida se me escapaba de las manos y me importaba más bien poco, no tenía razones para agarrarla, al igual que nadie tenía razones para agarrarme a mí. Llevo demasiado tiempo cayendo de bruces contra el suelo sin que nadie me ayude a levantarme, y ya no quiero hacerlo. Creo que en el suelo se está más cómodo, pero la vida (la muy puta) no me deja quedarme sentada. Llevo tanto tiempo rompiéndome que ya no encuentro todos los trozos, y nadie me ayuda a encontrarlos.  
Dejé mi vida por ti, cariño, y tú te has ido de ella mucho antes de subirte al avión. Cambié mi vida por escribir triste y sobre el desamor, porque el amor me ha arruinado la vida. Y todo por ver tu sonrisa, y la avaricia rompió el saco, y tu sonrisa la mía.
La distancia nos está matando, a pesar de que estemos al lado. Supongo que nos hemos roto mucho antes que ayer, que sólo fue un poquito más. Y me asusta pensar que esto vaya a durar mucho. Mi vida, digo. Total, ¿qué soy sin ti, más que un montón de ruinas deshechas por la lluvia del norte? Dudo que haya ningún idiota más esperando romperse conmigo, que ya estoy rota. He desistido de vivir, cariño, y ojalá nunca olvides que alguien te quiso más que nadie. Te lo digo ahora por si mañana no me acuerdo de gritártelo cuando te vayas. Por si mañana mi garganta decide no hablar por mí, y se cierra en un nudo imposible de deshacer, como ayer. Así que te quiero, aunque supongo que ya importa poco, por no decir nada.   

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cuéntame

Cuéntame, cariño, cómo has hecho para poder besar otros labios que no sean los míos, mientras que yo aún escondo en algún cajón de mi alma el tacto de tu pelo.
Explícame, mi amor, cómo has conseguido ser intruso en otras camas y poder dormir junto a otros cuerpos, si yo sigo soñando con tus sábanas blancas y el palpitar de tu ronroneo.
Cuéntame, mi vida, el secreto para poder andar sin que tu mano me apriete, si yo sigo mirando de reojo hacia tu calle por si el destino decide que debes salir a encontrarme.
Dime, mi cielo, la receta para poder sentarme en un bar sin pedir dos cervezas, si yo sigo arrimándome al borde de la cama esperando que cuando el sol me salpique en la cara estés tú a mi lado.
Explícame, querido, cómo volver a arriesgarme a vivir, sabiendo que tú no estás abajo para sujetarme si me caigo.
Cuéntame, entonces, el cuento de como vivir si no es contigo, de cómo despertarme si no es con tus besos, de cómo montarme en el coche sin escuchar tus viejas canciones de rock, de cómo sentirme en casa si no está en el marco plateado del salón nuestra foto en la Plaza Mayor de Salamanca, de cómo poder escribirle a otra cosa que no sea la tristeza si tú no estás para quitármela de madrugada. Explícame, mi amor, como entender la vida si no es a tu lado.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Mi dulce infierno

He perdido la cuenta de todo el tiempo que llevo en éste dulce infierno, hace demasiado que no veo la luz del sol, y me he acostumbrado tanto que hasta me agrada. He dejado de culparme por dejar toda mi vida atrás por algo que sé que se puede desvanecer. He dejado de echar de menos todo lo que dejé en las calles de mi hermosa ciudad, he dejado de culparle por abandonarme a mi suerte. He dejado de llorar por las noches y de sonreír por las mañanas. He dejado de taparme las ojeras con maquillaje y de arreglarme para ir a clase. He dejado de fingir que todo está bien y de gritarle al silencio. He dejado de luchar conmigo misma y de echarle de menos cuando no está. He dejado de buscar compañía para olvidar la soledad y de alimentar mi anhelo con los recuerdos del pasado. He dejado de suspirar a las mañanas y de intentar que unas sábanas frías me abracen como él nunca hará. He desistido de todo eso. He dejado de intentar que mi mundo no se derrumbe para sentarme a admirar como todo se hace trizas, y ahora puedo andar por las calles de mi vida rota en una soledad que me agrada. He aprendido que la soledad es la oportunidad de disfrutar de mi compañía, que la tristeza no es tan mala y que la felicidad es un invento de la sociedad para tener algo por lo que luchar. Sin embargo he decidido dejar de hacerlo, dejar de luchar. Creo que tampoco tengo nada por lo que hacerlo. La vida una vez rota es más bonita. Y creo que estar rota y sola durante un buen tiempo es una buena manera de centrarme en todo lo que me importa ahora mismo. No tengo pensado formar parte de esta sociedad estúpida. Seré misántropa, pero todo lo que me importaba parece que se ha deshecho, y creo que deshecho está mejor. Digamos que no quiero pertenecer a nada. Una vez Fito dijo que lo que no puede hacerte daño no te hará feliz, y yo ya no quiero hacerme más daño, aunque renuncie a ser feliz. Mi felicidad ha estado siempre en una constante cuenta atrás, y no quiero seguir contando. Quiero vivir al margen de esta vida que ni entiendo ni quiero entender. Porque sin entenderla, irónicamente, la entiendo mejor.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Atardeceres en una torre

Caí en tu embrujo como si de un bonito precipicio de mentiras que prometen felicidad se tratase. Como si mil besos y caricias fueran la firma suficiente para todas esas promesas absurdas que todos sabíamos que no ibas a cumplir; todos menos yo. Como si todos tus abrazos de madrugada merecieran romperme a la mañana siguiente al no descubrirte al otro lado de la cama. Como si todas las sonrisas que creí que me dedicabas fueran un orgasmo de mi alma, y me bastase para no tener que marcharme, sino esperar que tú lo hicieras.
Pero las cosas cambian. Y ahora ya sólo recuerdo el desgarre de mi ropa bajo tu perfecta sombra, que siempre bailó conmigo cuando tú no estabas; que fue siempre. Cuando tú escapabas de mis súplicas para que no te fueras, como se escapa la arena de una playa desierta entre mis dedos mientras busco un diamante en bruto que sea capaz de prometerme que no volverán las lágrimas a mi vida, sin saber que está a punto de empezar a tronar, viene una tormenta. Una tormenta de esas que no te dejan ni respirar, una tormenta que se inicia en mi estómago, sube por los pulmones dejándolos sin aire y arrasando todo lo que se encuentra a su paso; sube por mi cuello haciendo un nudo que no puedo deshacer por mucho ímpetu que ponga en ello, un nudo destinado a permanecer ahí hasta que me olvide, hasta que te olvide; y la tormenta sigue subiendo hasta que consigue ahogar un llanto en alguna almohada de una cama vacía, puesto que tu pecho no está para abrazarme porque jamás quiso mojarse.
Caigo. Y suspiro encogida en el suelo de alguna habitación vacía. Tu olor sigue presente y tu colonia sigue en la tercera balda del baño, y una camisa blanca manchada de pintalabios y todos los botones rotos sigue en el suelo, junto a la cama, de donde puedo jurar que sale un remolino que invade la habitación de tu olor, de tu sabor, de ti.
Juro oír tu voz. Y tu manera apresurada de subir las escaleras hasta llegar a mí, como si de una princesa dormida en lo alto de una torre me tratase, y tú el cruel guardián de la torre que sólo quiere despertarme de mi profundo sueño para dejarme despierta, con insomnio y ansiosa de que vuelvan a acariciarme tus manos la espalda como si fuera un piano y tú el pianista que escribe mi vida en una partitura con cada movimiento de muñeca que hace.
Arrasas. Arrasas con toda mi vida como si de un huracán se tratase. Rompes todo lo que me encuentras. Haces que me pierda de vista y que no me encuentre aunque no quiera hacerlo, me secuestras dejándome sola con mis ganas inmensas de morderte la boca, de perderme en tus ojos y de abrazarme a tu mirada.
Me ahogo. Me ahogo en tu mirada como si de una sirena que no sabe nadar me tratara. Huyo del tsunami de tus caricias y escapo del volcán en erupción de tu sonrisa; le suspiro a las ganas de besarte por decimosexta vez mientras tú te alejas a paso lento pero decidido bajo la tormenta de mis ganas de escapar contigo, lejos de toda esta vida absurda que empieza al cerrar la puerta de la entrada de un portazo, el mismo con el que me he encerrado dentro de mí, sin querer saber nada de nadie que no seas tú.
Y allí, encogida en algún rincón de una habitación vacía, muero por dentro condenada a dejar que mis ojos, que ya sólo son cuencas vacías sin ganas de sonreírle a la vida, porque mi vida se fue contigo, con ese portazo; simplemente sirvan para llorar hacia dentro, que siempre ha dolido más.

jueves, 1 de agosto de 2013

Que ni me quedan cigarros, ni de tus besos

Que ella se acercaba a mí, mientras su vestido le bailaba la cintura y sus ojos me besaban la mirada, que su sonrisa me abrazaba las entrañas, y que cuando mi cabeza empezaba a perderse en la textura de su pelo sin llegar a rozarlo, ella se daba media vuelta con una mueca entremezclada de arrepentimiento y dolor por haber llegado al mismo parque al que llevo viniendo a la misma hora que quedamos el día que, con una lágrima en la mejilla, me dijo que se iba y no esperaba volver. Quería cogerla del brazo y decirle que no se fuera, y que como si se tratara de una película de amor ella aceptara quedarse a mi lado, pero el tiempo desgasta más que el tabaco, y supongo que yo ya estaba demasiado desgastado para dar esperanzas a cosas que sabía que era mejor no darlas. Y mientras ella se alejaba de mí dejando en mis manos el anillo de una boda que jamás se iba a cumplir, unas ganas de fumar un cigarro y de perderme en ella me invadieron, a sabiendas de que ni me quedaba tabaco ni fuerzas para perderme en su cintura. Y la única droga que había dejado a mi abasto era un anillo que jamás se iba a poner, la imagen de una casa en la que nunca íbamos a vivir, y un álbum de fotos que jamás nos sacamos. Y es que si hay algo que jamás olvidé fue su sonrisa, quizá la más triste que había visto jamás, pero seguía siendo igual de hermosa que cuando la esbozaba entre beso y beso, y sus ojos…esos ojos que tantas veces me habían sonreído la vida y que tantos caminos me habían iluminado, y su cintura…que tantas veces me llevó al fin del mundo sin levantarme de la cama, y su olor… tan mágico y tan provocador como ella en sí, tan sensual y dulce,…pero su voz…una voz sin sonido que jamás lograré recordar, porque no le hacía falta decir nada para explicarlo todo, esa canción sin letra que ya no me pertenecía, esa melodía que me susurraba todas las noches sin producir ningún sonido, esa canción de sirena que me llevaba al más profundo de los mares…supongo que es lo único que jamás recordaré de ella, supongo que no necesitaba hablar para decir lo que sentía, sólo necesitaba mirarte llevándote a su mundo, tan abstracto y diferente, tan poético y hermoso, tan brillante y tan indiferente al que vivimos, ese mundo al que jamás me volvería a llevar con el olor de su pelo.
Y, joder. Que me enamoré de recuerdos que jamás he llegado a olvidar, y que supongo que dejé de fumar en un mal momento, así que vamos a comprar tabaco y a poner la música muy alta, vamos a fundirnos en alguna droga que mate un poco menos, y vamos a volver a ser felices sin necesidad de ser la mitad de alguien, siendo nosotros completos.

viernes, 12 de julio de 2013

Vayámonos

Sus dedos se entrelazaban con los míos y la sonrisa más bonita jamás vista se dibujaba en sus labios, sus ojos azules estaban clavados en los míos, y podría haber jurado que pararon el tiempo, y quizá hasta el mundo. Se acercó y me dio el beso más suave que jamás me habían dado, mientras yo la besaba con toda la delicadeza de la que disponía, pues me daba miedo que se desvaneciera como si de polvo se tratara, por mucho que la apretaba contra mi pecho me costaba aceptar que ella era real. Se apartó muy despacio de mí y volvió a sonreír, y a mirarme con unos ojos que no podían ser de este mundo, aunque dudaba que ella lo fuera. Se levantó del banco de piedra en el que estábamos sentados y el viento alborotó su melena e hizo danzar el vestido por sus caderas, y mientras echaba la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados dejando que el viento con ayuda de sus manos siguiera revolviéndole el pelo, el mismo que tantas veces me había dejado sin aliento, me pareció escuchar el viento silbar la melodía más bonita jamás compuesta por el más grande de los artistas.
- Es mágico, ¿no crees? -me preguntó, dándome la espalda y abriendo los brazos en forma de cruz mientras miraba atentamente lo que se ocultaba tras el acantilado.
- ¿El qué? - pregunté levantándome y abrazándola por la cintura, como si me diera miedo que sacara las alas blancas que tenía bajo el vestido y echara a volar.
- Esto. Estas vistas. Estamos en un acantilado que da a una playa de la cual no me importa el nombre, rodeados de árboles. Estamos en el sitio más bello al que se puede huir, y cuando nos acordemos de este día sólo recordaremos que estábamos juntos, tú me recordarás con el vestido blanco y el pelo alborotado por el viento, y yo te recordaré en vaqueros y la sudadera de Guns'N'Roses. No nos acordaremos de este bello paisaje, ni de que hoy es Viernes 13, ni de que nos hemos escapado como quien dice. Sólo recordaremos esta imagen, la de tu sonrisa a dos centímetros de la mía. - dijo dándose la vuelta, mientras yo me asomaba al precipicio de su mirada.
- No tenemos porque recordar nada más, cariño, yo sólo quiero estar contigo, y ya podemos cruzar el horizonte en barco o ver colores jamás existidos, que yo lo único que recordaré será el pelo cayéndote por la espalda y tus enormes ojos invitándome a perderme en ellos.
- Pues vamos al fin del mundo en barco, vamos a perdernos en alguna isla donde hayan colores jamás vistos, y vamos a vivir la vida como si empezase hoy y terminase mañana. Vamos a demostrarnos que cada uno de los días que pasamos echándonos de menos no han sido en vano. -dijo en un susurro mientras me miraba con esa mirada suya queriéndome hacer creer que era posible escapar con ella al fin del mundo si salía de sus labios.

domingo, 7 de julio de 2013

Si me tengo que volver a equivocar, que sea contigo

- Quizá deberíamos irnos. -dijo, llevándose a los labios el vaso con el último trago de whisky que quedaba.
- Tal vez. Aunque tal vez tampoco deberíamos habernos encontrado. -dije, asomándome al vacío de sus ojos, y qué bonito vacío. Los tenía rojos e hinchados, y en su mejilla derecha se dibujaba un reguero de rímel que desaparecía en su barbilla.
- El caso es que nos hemos encontrado y... creo que debería irme, no sé si es correcto estar aquí sentados. En nuestra mesa, en nuestro bar. Lo nuestro...murió. Sufrimos demasiado los dos, dimos demasiadas oportunidades a algo inexistente, hemos bebido y estamos pasando una mala racha, no creo que estar ahora mismo de copas sea una buena idea, podemos hacer cosas de las que podemos arrepentirnos. -me miraba directamente a los ojos, hablaba con una voz suave y serena, pero el jugueteo con sus manos delataba que en realidad le dolía tanto volver a decir adiós después de cinco años como a mí.
- Sí, quizá sea lo correcto.
- Sí. -dijo en un susurro, apoyando la mirada en el vaso de whisky que yacía vacío encima de la mesa.
Me miraba otra vez directamente a los ojos, con su mirada tan sincera, tan abierta, tan...triste, y no era de extrañar, nuestro reencuentro había tenido que ver con un entierro. Se levantó y el vestido negro bailó alrededor de su cintura, estaba preciosa. Se acercó a mí, que la miraba como si de un ángel caído del cielo se tratase, y quizá no estaba tan equivocado. Su olor a vainilla me envolvió y sentí dos besos, uno por mejilla, aunque el segundo más cerca de la boca. Yo le había cogido de la cintura para despedirme, por primera vez en toda la noche la había tocado, y lo recordé. Nada más rozarla recordé los besos en nuestra playa, recordé las noches que pasamos juntos haciendo el amor, recordé su sonrisa en medio de cada beso y su costumbre de llorar con las películas tristes, recordé las noches que se quedaba dormida en el sofá esperándome cuando salía de fiesta y yo la llevaba en brazos a la cama, recordé como me quitaba la ropa y como me abrazaba por las noches.
Ella se apartó, dispuesta a irse. Cogió su abrigo y me dijo adiós, haciendo un esfuerzo por sonreír.
- No te vayas... -dije mientras la cogía del brazo para impedirlo.
- Alex...esto no es una película, no estamos destinados a estar juntos, no podemos...no debemos...no...
- Me da igual lo que quiera el destino, yo no quiero a la chica a la que estoy destinado, yo te quiero a ti, con tus besos después de cada mirada, con tus 'te quiero' de buenos días y con tus piques cuando te gano al parchís. Yo te amo, te sigo amando. Llevo cinco años perdido, intentando olvidarte, intentando no pasar por tu portal, ni entrar en nuestro bar. Y ahora estoy aquí, en nuestra mesa, tomándome una cerveza con la mujer a la que llevo intentando olvidar desde hace cinco años, tras haberte encontrado llorando en nuestro banco, por el que he pasado hoy por primera vez desde la última vez que me senté contigo, cuando decidimos que no podíamos seguir así, matándonos el uno al otro. Dime que no me quieres, dime que no y me iré para siempre, desapareceré de tu vida, como he hecho estos últimos años, pero dime que no me has olvidado, y prometo hacerte la mujer más feliz del mundo, prometo llevarte flores al trabajo cuando discutamos, acompañarte cuando quieras perderte, y abrazarte cuando llores, pero yo...yo solo quiero estar contigo, Elena, solo quiero despertarme a tu lado todas las mañanas que me quedan.
Ella me miró, y vi la mirada más triste que haya existido jamás. Pero entonces, la mano que le sostenía la muñeca resbaló hasta enlazar sus dedos en los míos. Se acercó, mirándome a los ojos, desarmándome por completo, dejándome casi desnudo delante de ella, y esbozó una sonrisa.
- Sube, tengo para hacer tortitas, y mañana es domingo. -dijo sonriendo, mientras sus ojos azules como el mismo mar me envolvían.
Me acerqué a ella y la besé, como hacía mucho que no besaba a nadie, y nos fundimos en el beso más bonito jamás existido.

martes, 4 de junio de 2013

Que quizá lo mejor es dejarlo todo atrás

Que no sé. Que quizá la respuesta esté en irse, en cerrar la puerta por última vez de un portazo y no volver a mirar atrás, no demasiado, no hasta que duela. Y es que supongo que mi problema es que necesito escapar sin saber a dónde o de qué. Y es que yo tengo la estúpida idea de que escapando o huyendo dejo mis problemas atrás, sabiendo que éstos corren más que yo y cuanto más intento alejarme de ellos, más pesan. Y es que el estar tan sola a pesar de estar rodeada de tanta gente, el no saber cómo gritarle al mundo cómo te sientes, el tener tantas cosas que decir y no saber cómo explicar ninguna, me quema por dentro, y es que cuando salgo al balcón de madrugada con un cigarro en los labios a admirar el silencio de la calle y el aire de la noche, ya no sé quién consume a quién, quizá me consume el tiempo, o quizá es la espera eterna, quizá que el tiempo pasa demasiado deprisa, y a la vez, demasiado despacio.
Y es que miro hacia arriba, y cierro los ojos tan fuerte que recuerdo aquellos atardeceres en los que los caminos se confundían con el horizonte y el cielo se escondía tras las colinas, aquellos atardeceres en los que podía escapar perdiéndome en caminos de tierra sin pensar en la hora que era o en cuándo tenia que volver porque no tenía obligación de hacerlo, aquellas fotos en una de las fuentes más especiales del mundo, el llegar a casa con la ropa mojada y volver a salir para pasar las noches bajo las estrellas en las que la oscuridad nos abrazaba Y es que lo visualizo con tanta nitidez que me dan ganas de volver a entrar en esos recuerdos, pero cuando mis dedos los rozan se desvanecen como cenizas en un acantilado, y se alejan dejándome en el balcón, sentada en el suelo con un cigarro entre los dedos. Y me aterra pensar que se han convertido en eso, recuerdos, y que no podré revivirlos porque renuncié a ellos sin saber que quizá eran la única manera de, perdiéndome, encontrarme.

miércoles, 24 de abril de 2013

'Y tal y como él volvía, quien nunca había estado se iba para no volver'

No se había ido. Él permanecía allí, con los ojos abiertos y la mandíbula tensa, esperando una respuesta que yo no pensaba darle, tal vez siquiera la tenía. Salí al balcón y encendí un cigarro. Miré el cielo, aunque sabía que desde el centro de la ciudad no se veía ninguna estrella. Lo único que veía brillar era la sonrisa que hacía 40 minutos me sonreía 700km a la izquierda, se dice pronto. La sonrisa que había robado. La sonrisa que me había robado.
Me dolía la cabeza y una rosa roja, la más bella de todas jamás inventada, brillaba en la oscuridad del cabecero de la cama donde tantos desvelos con él me faltaban por vivir. La noche invadía todo con su silencio, con su oscuridad. No se escuchaba un alma en la calle, quizás tampoco lo deseaba, es agradable sentirse tan solo de vez en cuando. Me sequé las mejillas antes de volver a mirar al cielo y suspirar soltando humo. Es curiosa la manera de la cual hay heridas que duelen por mucho tiempo que pase. Y supongo que tan sólo hacían unos meses de haberme caído de la bicicleta de la vida y hacerme ese pequeño rasguño en alguna esquina de mi corazón. Sabía que todo estaba arreglado, pero es duro saber que has estado sola sin haberte dado casi cuenta, y aunque quizá él era quien menos estaba, yo era a quien más llamaba, supongo que era porque si de verdad quieres a alguien, gritas su nombre cuando te pierdes en un bosque aún sabiendo que él está demasiado sordo para escucharte. Y yo grité y grité, aunque él no apareció. Supongo que tardó demasiado en aparecer, aunque supongo que cuando encuentras a esa persona estás ahí para ella siempre, aunque ella no haya estado, y supongo que por eso jamás fue demasiado tarde, nunca habrá un demasiado tarde para él, nunca siempre y cuando vuelva. Y él volvió. Y tal y como él volvía, quien nunca había estado se iba para no volver, quizá dejando una cinta roja en mi muñeca y olor a tabaco en la ropa. Supongo que él jamás me dijo 'te quiero' por eso, porque jamás lo sintió, y tal vez debería haberme dado cuenta antes, pero tardé 8 meses en hacerlo. Lo peor de todo esto no es que me haya dado cuenta de que él jamás me quiso, porque supongo que él para mí sólo era el suplente de quien había estado siempre pero cuando más lo necesitaba no me abrazó para tranquilizarme, sino que hoy me he dado cuenta que quizá uno de los peores meses de mi vida lo pasé prácticamente sola, con su fantasma diciéndome que ahora no podía y con el cuerpo del otro susurrándome al oído que le besara.

miércoles, 17 de abril de 2013

'Fue un error, pero fue nuestro'

Y allí, sentadas en las vías de tren, el cigarro se consumía en mis dedos, llevábamos dos horas allí sentadas sin cruzar palabra, aunque tal vez ya lo habíamos dicho todo mediante el silencio. Quedaba un mes para irme, para irme para siempre, irme sin mirar atrás. Me quedé mirando una pareja que se despedía en la estación, la chica subía al tren y él se quedaba. Suspiré y me llevé el cigarro a la boca, quitándome la chaqueta. Ella me miró fijamente, y después volvió a mirar el suelo. Yo expulsé el humo y miré al cielo, pensando en lo que me diría si me viese, imaginé una estrepitosa discusión, más por su parte que por la mía, posiblemente me reñiría como si fuera una niña que acaba de hacer una travesura, supongo que para él en cierto modo era esa niña.
Sonaban The Smiths en mi mente, aunque tal vez sonaban en los altavoces de la estación, sólo sé que mientras el cigarro se consumía en mis labios y el aire alborotaba mi pelo, yo susurraba una de sus canciones de la cual siquiera me sé el nombre.
Y en ese momento, en el que la canción por fin llegaba a su fin al igual que el cigarro...me di cuenta. Me puse la chaqueta y pegué una última calada antes de tirarlo al suelo y pisarlo. Ella me miraba extrañada, no tenía ni idea de qué hacía, así que yo le miré con una sonrisa, asentí, y eché a correr, dejándola atrás. Corrí y corrí hasta llegar a un pequeño descampado verde al lado del cementerio. Sonreí. Recordé los besos que nos dimos allí, las caricias y todos 'te quiero', tanto los pronunciados como los que no. Hacía un mes y medio que no venía. Demasiados recuerdos, y no podía recordar lo feliz que fui a su lado ese fin de semana sin condenarme a echarle de menos, pero eso se acabó. Quedaba otro mes y medio para dejar de decirnos adiós, y tres días para el último de estos. Y aunque sabía que tal vez el vernos unas horas sería recordarme que aún no lo tenía por completo, quería hacerlo. Porque a veces, aunque sabemos que es un error, debemos cometerlo para un día mirar atrás y decir "fue un error, pero fue mío".
Me senté en la hierba húmeda por la lluvia del día anterior y encendí otro cigarro, mientras sonaban The Smiths en algún lado de mi cabeza.

sábado, 13 de abril de 2013

Leaving New York

Colgué el teléfono y me senté en la cama mientras miraba por la ventana. Me quité la ropa y me puse una de sus camisas, fui a la cocina y preparé un café mientras asomaba la cabeza por la terraza y me sentaba encima de la secadora, con las ventanas abiertas y el gato sentado a mi lado ronroneando. Sólo se escuchaba REM en un leve susurro, eran las 3 de la mañana y la oscuridad de la noche lo envolvía todo. El cielo solo estaba iluminado por la luna, blanca y brillante, como siempre. Empecé a susurrar la letra de la canción mientras le recordaba, mientras recordaba sus besos, sus caricias y sus 'te quiero'. Mientras recordaba su manera de sonreír y su manera de hacerme sonreír a mí, pensar que en 2 meses lo iba a tener para siempre me hacía sentir extrañamente feliz, pero extrañamente melancólica por saber que tenerle a él significaba dejar todo lo demás. 'Leaving New York never easy, I saw the light fading out'. Mis ojos se inundaron por primera vez desde que sabía la noticia. Me sentía pequeña, tal vez minúscula. Dejé la taza de café a un lado sin haber bebido un trago y me eché para atrás para poder colocar las piernas que tenía colgando a dos palmos del suelo apretándolas contra mi pecho. Tenía la respiración entrecortada y la cabeza enterrada en mis piernas, pensé en toda mi vida construida aquí, y supe que echaría de menos hasta los profesores insoportables. Sentía una fuerte opresión en el pecho y unas horrorosas ganas de dejar caer todas las lágrimas acumuladas en mis ojos, pero me negaba a llorar, hacía dos semanas que lo sabía y no me había sentido nunca así, no había llorado hasta entonces y no iba a hacerlo entonces. Inspiré y expiré una y otra vez sin resultado alguno ya que no podía evitar tener la respiración entrecortada. Le recordé a él, a su sonrisa y a su mirada de pillo que me encanta, recordé sus brazos apretándome contra su pecho cuando rompí a llorar aquel estúpido domingo de despedida y sus susurros de ánimo, lo cual hizo que le empezase a echar de menos y explotase. Miles de lágrimas se deslizaron por mis mejillas hasta llegar a la barbilla y morir en la camisa. Permanecí encogida, entre suspiros de desesperación y lágrimas un buen rato, hasta que me empecé a tranquilizar y mi pulso y mi respiración volvió a la normalidad, me sequé la cara con la manga de la camisa y suspiré, me apoyé en la pared y eché la cabeza hacia atrás, intentando recomponerme y pensando que sólo había sido momentáneo y que no volvería a suceder. Cogí la taza de café y pegué un sorbo. Ya no estaba caliente, pero me daba igual. El gato estaba dormido, a mi lado, ignorando todo lo que acababa de pasar, que no lo había entendido ni yo. Cogí un paquete de cigarros del bolsillo de la camisa, cogí uno y volví a colocarme con las piernas colgando y la cabeza hacia atrás, encendí el cigarro e inhalé el humo, miré por la ventana la oscura noche y volví a poner REM y a susurrar su letra, mientras fumaba con su camisa puesta y su pulsera en la muñeca, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, mientras pensaba en todo y en nada, en un nosotros casi inventado y una colección de fotos jamás fotografiadas.



'I love you, forever'.
http://www.youtube.com/watch?v=tCvnGxfBfiw

domingo, 31 de marzo de 2013

Vayámonos donde sea, pero juntos

Baje las escaleras de su portal entre risas. Ella me miró y me preguntó con la mirada si la echaría de menos. Ambas sabíamos que sí. Dejé de mirarla y miré el portal. Y, aunque parezca de locos, le vi. Él estaba allí sonriendo, como hace 3 semanas. Con su sudadera de Guns'n'Roses y sus vaqueros azules, con su sonrisa sacada de los cuentos de hadas y su mirada que reflejaba sus sentimientos mejor que cualquier palabra, y en esos ojos marrones ponía "te quiero", y aunque no habíamos cruzado palabra, nos lo habíamos dicho todo. Le recordé abrazándome y acallando mi llanto, diciéndome que no era un "adiós" si no un "hasta luego", pero yo no quería volver a la rutina de los besos al aire ni de los "te quiero" escritos. No quería volver a iniciar sesión en el messenger para hablar con él ni que escuchar su voz fuera llamarnos a las tantas de la madrugada cuando todo el mundo duerme, no quería que la única manera de rozarle fuera en sueños, ni que la manera de verle sonreír fuera poniendo la cam. No quería eso, quería abrazarle, besarle cada segundo, mirarle de reojo con una sonrisa, pasear con él de su mano, quedarme dormida en su pecho, que cuando tuviera frío me abrazase, que me susurrase que me quería al oído cada segundo y cantar nuestras canciones a pleno pulmón. Y cuando dije que lo dejaría todo por él, no mentía, y lo voy a hacer. Tal vez no sea dejarlo todo, porque en cierto modo no es decisión mía, nadie me ha preguntado si quiero irme, simplemente me han informado. Pero yo no he puesto pegas, no he dicho que no, no me he revolucionado, no he dicho que quiero quedarme, que tengo una vida hecha, he asentido y no he dicho palabra. Aunque el dejarlo todo muchas veces da miedo, hay veces que hay algo que te dice que todo saldrá bien, ¿qué puede salir mal teniéndole cerca?

jueves, 21 de febrero de 2013

Me mira de reojo y sonríe, yo miro hacia la cam y le mando un beso, él vuelve a sonreír y me responde con otro. Volvemos a centrarnos en la película, aunque de vez en cuando vamos mirando la esquina del ordenador en la que se sitúa el otro.
Los créditos empiezan indicando que la película ha terminado, cerramos el link a la vez y nos mandamos un beso, miles de te quiero se dicen en miradas, escritos o en un movimiento de labios. Sonrío y miro la hora, la 1:07 de la madrugada. 8 días, 8 días para perderme en su mirada, en sus brazos y en sus labios. 8 días para poder robarle todos los besos de los que disponga, y sé que él no opondrá resistencia.
Suspiro y maldigo los kilómetros que nos separan, que aunque sé que no impiden que nos amemos con locura, no estaría de más poder besarle más a menudo, o poder mirarle a los ojos sin que haya una cam de por medio, o poder escuchar su voz susurrarme un "te quiero" sin que sea una grabación del móvil.Durante dos segundos maldigo todas las razones por las que no puedo darle un beso de buenos días cada mañana, pero antes de que la cosa vaya a peor, él pone una cara rara y me manda un beso, sonrío y le devuelvo el beso, y vuelta a empezar. Pasan los minutos y van sumándose las sonrisas, los besos y los 'te quiero' a cada lado de la pantalla. Siento cosas por él que jamás había sentido por nadie, un leve cosquilleo en todo el cuerpo y una impotencia constante de no poder abrazarle cada segundo que pasa, es capaz de hacerme sentir mil cosas cuando sonríe y de ponerle color a mi vida con solo una palabra. Algo dentro de mí me dice que estamos hechos el uno para el otro, que todos los errores y las decisiones que he ido tomando a lo largo de esta vida han sido para acabar, por casualidad, conociéndole a él. Llamémosle destino pero estoy convencida de que conocemos a la gente que se supone que debemos conocer cuando llega el momento apropiado, las coincidencias no existen, el universo es demasiado meticuloso para dejar las cosas al azar. Y tal vez por eso, le encontré cuando más le necesitaba, cuando más perdida estaba.

PD: Te quiero.

lunes, 11 de febrero de 2013

La profesora de plástica gritaba pidiendo silencio mientras nadie le hacía caso y miles de voces diferentes inundaban la clase. Yo trazaba líneas grises con el pincel en la lámina, la chica de al lado me contaba cosas aunque yo no le hacía demasiado caso, estaba inmersa en mis pensamientos.
- Estoy enamorada. -dijo en un susurro sin apartar la mirada del pincel.
- ¿De quién? -pregunté, mirándola de reojo antes de seguir pintando.
- No es posible, él vive a 30km de mí.-dijo suspirando, sin responder a mí pregunta.
- Cuando quieres a alguien, los kilómetros dan igual. -dije pensando en él, en nosotros, pensando que si quieres a alguien todo da igual. -además, 30km no es prácticamente nada.
- No. Las relaciones a distancia nunca funcionan. ¿Cómo puedes estar con alguien sin besarle, sin poder demostrarle que le amas? -dijo, dejando el pincel y mirándome.
Me limité a encogerme de hombros y pronunciar en un susurro un simple "no sé", aunque sí sabía.
El amor va más allá de los besos y las caricias, ¿cuántas veces hemos besado a alguien sin amarle? ¿Y cuántas veces hemos amado a alguien sin besarle? He aquí la respuesta. El amor no se demuestra con un beso o una caricia, no se necesita estar al lado de esa persona para demostrarle que le amas, él me lo demuestra a diario todos los días con 700km de por medio. Pero hay gente que cree que el amor es imposible si hay distancia. No saben qué es que lo más parecido a una conversación cara a cara sean conversaciones con la web cam y una llamada telefónica, no saben qué es ir contando los días y los meses para volver a mirarle a los ojos sin que haya una pantalla de por medio. Y tal vez jamás lo sepan, y no saben la suerte que tienen, porqué tener a la persona que amas a 700km de ti es una de las torturas más grandes. Aunque tal vez gracias a eso, un contacto de manos o una caricia significan tanto para nosotros, porqué son caprichos de los que pocas veces podemos saciar.

PD: A 33 días de un beso.

miércoles, 30 de enero de 2013

El viento me alborotaba el pelo y el frío sonrojaba mis mejillas. Notaba una suave oleada de calma recorrer todo mi cuerpo al verle y un suave hormigueo cuando me abrazó, cuando me susurró que me quería y cuando me besó con una pasión y con un amor que jamás había rozado mis labios. Sus ojos oscuros me miraban y me hacían sentir pequeña, me apretaba contra él como si un huracán fuese a separarme de él, y en cierto modo no era del todo erróneo.

En mi mente se repite una y otra vez cada uno de los besos, y maldigo el tiempo como si fuese quien tiene la culpa de todo, aunque tal vez tampoco me equivoco tanto. El tiempo que se encapricha de pasar aunque pida a gritos que se detenga, aunque tal vez eso sea lo mejor, supongo que es porqué ahora sólo deseo que pase, que pase el tiempo hasta que pueda volver a estar entre sus brazos. Se repite en mi mente una y otra vez la última mirada que eché hacia atrás cuando nos alejábamos y cuándo en ése instante él se giró, y mientras mis piernas avanzaban, una voz en mi interior me gritaba que fuese corriendo donde él, le abrazase, le volviese a besar y que me quedase así para siempre, en sus brazos. Sin embargo no lo hice, nos giramos y seguimos hacia adelante, en direcciones opuestas, mientras mi corazón aún latía a mil y yo abrazaba el libro que me había regalado, como si abrazándolo él estuviese más cerca.

Me encontraba en el sofá, con el pijama y el pelo alborotado, la tarde que habíamos compartido se repetía una y otra vez en mi mente. Aún sentía el sabor de sus labios y el olor a él, aún notaba sus caricias por la espalda y como sus labios y los míos se movían al compás. El corazón me latía con fuerza y tenía una sonrisa imborrable de la cara, aún a sabiendas de que el tiempo había cumplido y había pasado la tarde a su lado y tendría que esperar una eternidad hasta poder volver a besarle, sin embargo la felicidad que había vivido ese día quedaba encerrada en un recuerdo que siquiera el tiempo podía borrarla.

domingo, 20 de enero de 2013

Yo ya no sé qué hacer. Siento que todo se desmorona y no tengo dónde sujetarme. Tras el peor fin de semana desde hacía años parece ser que por fin, y digo por fin aunque no sé siquiera si algo mejorará, llega el Lunes. No sé si eso es bueno o malo, esperar con ansias un Lunes, un Lunes que no promete más de lo que prometía éste Domingo, pero al menos podré salir y desconectar, o al menos intentarlo.
Me siento mal por haber terminado así la conversación, tanto por ella como por ti. Pero a veces estás tan mal que no tienes fuerzas para decir todo lo que piensas, y a mí es algo que me sucede tal vez demasiado a menudo. Sé lo estúpida que he sido y los errores que he cometido, sé que tal vez no llegues a entender por lo que estoy pasando y te estoy exigiendo que entiendas algo que es tal vez imposible que entiendas jamás. Me duele haber sido tan seca al final, haberme callado el "te quiero" y haberlo sustituido por un hasta mañana, pero dudo demasiado que llegues a entender por lo que estoy pasando, todo lo que me duele esto, es muy frustrante sentir que aunque estés con 50 personas estás totalmente sola, tengo la tendencia a pensar que nadie me va a entender y tal vez por eso cuando acabo contándole algo a alguien de estos calibres espero que lo entienda, que entienda lo que supone para mí estar así y que sin decir nada me abrace y me consuele, aunque sepa que eso es imposible. Tal vez mi mayor error haya sido que no te haya contado al 100% todo lo que me sucede, tampoco lo entenderías y sé sin decírtelo lo que me dirías. Tal vez pienses que hago de un grano de arena un mundo, tal vez dos, pero supongo que soy así de estúpida y se me pasan esas cosas por la cabeza.
Escribo esto aquí, todo lo que te debería haber dicho antes, al despedirme, pero me sobraban palabras y me faltaban las ganas de escribirlo. Sé que leerás esto si no es hoy será mañana, y tomatelo como una disculpa por haberme comportado como la cría que tal vez soy y no quiero enseñar, una disculpa por haber sido tan fría cuando en realidad cuando hablo contigo siento que una sábana mágica me protege de todo lo malo, una disculpa por haberme callado cosas y por tener intención de seguir callándomelas.

PD: Te quiero.

viernes, 4 de enero de 2013

Y aún a 700 km de distancia de él, aún siento su olor, su sabor, sus besos, sus abrazos, sus caricias. Aún a 700 km de él siento que está a mi lado más que nunca. Y aunque no pueda besarle ni la mitad de veces que desearía hacerlo, aunque no pueda abrazarle a cada segundo ni mirarle a los ojos todos los días, aunque no pueda vacilarle y darle un beso después, aunque no pueda darle un beso en un portal, o abrazarme a él las tardes que tenga frío, aunque no pueda compartir almohada con él ni ir a tomar una coca-cola al bar de abajo, aunque no pueda ser el tipo de novia "normal", a pesar de todo, soy feliz. Sí, soy feliz, tal vez sea ilógico, pero, aunque no hay nada que desee más que poder estar a su lado en todo momento, sé que no es posible por el momento y que no puedo luchar contra ello, sé que no me servirá de nada obsesionarme y pasar un mal rato, así que me toca conformarme con lo que tengo, que no es poco porque le tengo a él, y él lo es todo en mi vida, a pesar de tenerlo lejos estamos más cerca que muchas parejas que están ahora mismo haciendo el amor, a pesar de estar a 700 km intentamos estar juntos, vemos películas juntos y las comentamos, nos damos las buenas noches y los buenos días. Y, aunque parezca que son tonterías, para mí es un mundo, a mí eso me hace feliz. El saber que le tengo, que me quiere, es mágico, y si no fuera feliz teniéndole a él, no lo podría ser de ninguna manera. Él ha sido quien me ha hecho pasar inmune a los problemas, quien me ha dado fuerzas para continuar y me ha escuchado mil veces por mis problemas adolescentes, él ha sido quien me ha entendido sin juzgarme, él es quien me ha hecho ver que no todo es negro o blanco, que hay una escala de grises, él es quien me ha hecho volver a confiar en el amor cuando pensaba que me habían roto el corazón y que jamás volvería a amar, él ha sido quien me ha subido la moral para que nadie se aproveche de mí y quién ha confiado en mí siempre, él es quien me ha hecho reír por muy mal que estuviera todo, él ha sido quien ha mejorado los mejores momentos del 2012 y ha hecho que no sean tan malos los peores, y es él quien de algún modo me ha salvado, salvado de caer, de derrumbarme, de volver a pasarlo mal, sí, él es mi héroe.

No hace demasiado leí en un libro que siempre hay uno en una relación que quiere más que el otro, puedo decir quién ha querido más en todas mis relaciones, en todas y cada una de ellas, sin embargo, la nuestra está totalmente igualada, sé que me ama con locura igual que yo le amo a él, y si los dos nos amamos con locura, ¿qué puede salir mal?

PD: Gracias por hacer del 2012 el mejor año, sé sin duda que si no hubieses estado a mi lado sería uno de los peores. 'Hagamos que lo mejor del 2012 se convierta en lo peor del 2013'. Te quiero.

martes, 1 de enero de 2013

Y supongo que volvemos a la rutina. Tras cinco horas sentada en un coche mirando desde la ventanilla como llueve fuera, aquí estoy, tumbada en la cama con un libro que en mi estancia allí a penas he abierto. Y no puedo evitar pensarme si no es cosa mía, si el ordenador se equivoca y hoy no es 1 de enero del 2013, que estamos a 23 de diciembre del 2012 y las maletas están porqué mañana me voy. No puedo evitar que todo es cosa mía y en realidad no ha pasado nada, es difícil de pensar que algo tan perfecto como fue estar en sus brazos ha sucedido de verdad. Pero parece ser que sí, o al menos él me lo afirma.
Pero ya está. Pasó la semana, pasaron los días a 100km de él. Vuelven a separarnos 700 y volvemos a iniciar la cuenta atrás, otra vez. Vuelven las tardes dando vueltas sin rumbo con conversaciones absurdas y confesiones en un portal, vuelven las mañanas aburridas y el silencio en casa, vuelven las llamadas telefónicas para preguntar qué tal estás y si te has echado novio, vuelven las canciones resonando por casa y las coletas altas, vuelven las noches en mi cama y se acabaron las noches en el salón, los juegos a la wii hasta las 3 de la mañana con mis primos y los ésta noche cuándo todos se duerman pillamos los ferrero que tiene la abuela en el armario de arriba. Se acabaron las comidas y cenas con 10 en la mesa y la sensación de que si estiro el brazo en su dirección le rozaré, se acabó el salir al balcón a las 3 de la mañana a hablar con él por teléfono mientras mis primos cierran las puertas para dejarme fuera, se acabaron las tardes en las que toda la familia se juntaba en casa de uno y nos poníamos a contar anécdotas, se acabó eso, dejando en su lugar la tediosa rutina. Aunque supongo que si pudiera disfrutar siempre de ello no lo apreciaría como lo aprecio. Cuando una cosa la tienes siempre a tu alcance no la aprecias prácticamente, pero al tener que esperar para ella y no tenerla siempre la aprecias como si tu vida fuera en ello, y sólo cuando te das cuenta de que éso es cierto es cuando te das cuenta de toda la razón que tiene el dicho "no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes".