domingo, 31 de marzo de 2013

Vayámonos donde sea, pero juntos

Baje las escaleras de su portal entre risas. Ella me miró y me preguntó con la mirada si la echaría de menos. Ambas sabíamos que sí. Dejé de mirarla y miré el portal. Y, aunque parezca de locos, le vi. Él estaba allí sonriendo, como hace 3 semanas. Con su sudadera de Guns'n'Roses y sus vaqueros azules, con su sonrisa sacada de los cuentos de hadas y su mirada que reflejaba sus sentimientos mejor que cualquier palabra, y en esos ojos marrones ponía "te quiero", y aunque no habíamos cruzado palabra, nos lo habíamos dicho todo. Le recordé abrazándome y acallando mi llanto, diciéndome que no era un "adiós" si no un "hasta luego", pero yo no quería volver a la rutina de los besos al aire ni de los "te quiero" escritos. No quería volver a iniciar sesión en el messenger para hablar con él ni que escuchar su voz fuera llamarnos a las tantas de la madrugada cuando todo el mundo duerme, no quería que la única manera de rozarle fuera en sueños, ni que la manera de verle sonreír fuera poniendo la cam. No quería eso, quería abrazarle, besarle cada segundo, mirarle de reojo con una sonrisa, pasear con él de su mano, quedarme dormida en su pecho, que cuando tuviera frío me abrazase, que me susurrase que me quería al oído cada segundo y cantar nuestras canciones a pleno pulmón. Y cuando dije que lo dejaría todo por él, no mentía, y lo voy a hacer. Tal vez no sea dejarlo todo, porque en cierto modo no es decisión mía, nadie me ha preguntado si quiero irme, simplemente me han informado. Pero yo no he puesto pegas, no he dicho que no, no me he revolucionado, no he dicho que quiero quedarme, que tengo una vida hecha, he asentido y no he dicho palabra. Aunque el dejarlo todo muchas veces da miedo, hay veces que hay algo que te dice que todo saldrá bien, ¿qué puede salir mal teniéndole cerca?