martes, 1 de enero de 2013

Y supongo que volvemos a la rutina. Tras cinco horas sentada en un coche mirando desde la ventanilla como llueve fuera, aquí estoy, tumbada en la cama con un libro que en mi estancia allí a penas he abierto. Y no puedo evitar pensarme si no es cosa mía, si el ordenador se equivoca y hoy no es 1 de enero del 2013, que estamos a 23 de diciembre del 2012 y las maletas están porqué mañana me voy. No puedo evitar que todo es cosa mía y en realidad no ha pasado nada, es difícil de pensar que algo tan perfecto como fue estar en sus brazos ha sucedido de verdad. Pero parece ser que sí, o al menos él me lo afirma.
Pero ya está. Pasó la semana, pasaron los días a 100km de él. Vuelven a separarnos 700 y volvemos a iniciar la cuenta atrás, otra vez. Vuelven las tardes dando vueltas sin rumbo con conversaciones absurdas y confesiones en un portal, vuelven las mañanas aburridas y el silencio en casa, vuelven las llamadas telefónicas para preguntar qué tal estás y si te has echado novio, vuelven las canciones resonando por casa y las coletas altas, vuelven las noches en mi cama y se acabaron las noches en el salón, los juegos a la wii hasta las 3 de la mañana con mis primos y los ésta noche cuándo todos se duerman pillamos los ferrero que tiene la abuela en el armario de arriba. Se acabaron las comidas y cenas con 10 en la mesa y la sensación de que si estiro el brazo en su dirección le rozaré, se acabó el salir al balcón a las 3 de la mañana a hablar con él por teléfono mientras mis primos cierran las puertas para dejarme fuera, se acabaron las tardes en las que toda la familia se juntaba en casa de uno y nos poníamos a contar anécdotas, se acabó eso, dejando en su lugar la tediosa rutina. Aunque supongo que si pudiera disfrutar siempre de ello no lo apreciaría como lo aprecio. Cuando una cosa la tienes siempre a tu alcance no la aprecias prácticamente, pero al tener que esperar para ella y no tenerla siempre la aprecias como si tu vida fuera en ello, y sólo cuando te das cuenta de que éso es cierto es cuando te das cuenta de toda la razón que tiene el dicho "no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes".

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