jueves, 15 de noviembre de 2012

Le miré a los ojos y esbocé una sonrisa. ¿Cómo podía sentir tantas cosas al verle, cómo era posible? Me dejé rodear por sus brazos y cerré los ojos, saboreando ese instante, sabiendo que no iba a ser eterno, pero qué más daba, estaba con él, rodeada con sus brazos, me sentía protegida, ese sentimiento de añoranza que tanto me había acompañado los últimos meses, había desaparecido dejando en su lugar un suave hormigueo por todo mi cuerpo. Levanté la cabeza para mirarlo a los ojos, con una sonrisa que llevaba puesta desde que nos habíamos encontrado. Me apartó un mechón de pelo de la cara y me besó, me besó como hacía mucho que nadie me besaba.
-Te quiero. -susurré tras besarle de nuevo. No dijo nada, me miró y me apretó contra su pecho.
El día pasó entre besos, risas y caricias, entre miles de "te quiero" y miradas que decían más que todas las palabras del mundo. No quería que acabase nunca aquel día, quería permanecer siempre a su lado, en sus brazos, quería poder ser suya, sentir que lo era, poder ser lo que aún faltaba demasiado para ser posible, pero que esperaría hasta los confines del mundo.

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