domingo, 21 de junio de 2015

Despedidas.

Nunca he querido tener que escribirte, no a ti. No a quién me salvó de mis precipicios, no a quién me hizo sonreír cuando el mundo se paró, no a quién bailó conmigo recorriendo mis ruinas; pero aquí estoy, escribiéndote.

Te echo más de menos de lo que puedo soportar, y es que las últimas palabras que me dedicaste las tengo grabadas a fuego lento en la piel. Es triste, esto de echar de menos algo que nunca has llegado a tener del todo, pues creo que ese demonio vestido de blanco que bailaba siempre con tu sombra nunca me dejó llegar a ti para salvarte. Quizá fue eso, o quizá fue que nunca he sido heroína y quise salvarte cuando siquiera puedo salvarme a mí misma, ¿cómo yo iba a salvar a alguien mientras esperaba al borde de un precipicio a que alguien viniera a salvarme a mí? es de locos.

No quiero que te tomes mal mi huida, sólo quiero que encuentres a alguien que te quiera mejor de lo que yo he sabido quererte, alguien que te salve como tú hiciste conmigo antes de tirarme de nuevo al vacío, alguien que pueda hacer que sonrías y hagas que el mundo deje de girar; sólo espero que encuentres a alguien que sea mejor de lo que yo jamás he podido ser.

Ojalá pudiera quedarme sin oír cristales romperse dentro de mí cada vez que me dices que si me marcho no vuelva, y que nada me diferenciaba de ella puesto que yo también quería irme; pero pasaste por alto que yo quería llevarte conmigo.

Siempre fuiste paz y guerra, guerra de esas que tienes todas las de perder y aún con esas te tiras de cabeza; y eso hice, y perdí todas las batallas. Me enfrenté a todo lo que se me puso delante con tal de defenderte y protegerte, luché contra viento y marea para ayudarte, y sólo conseguí darme cuenta de que en realidad no hacías más que mentirme y engañarme para sacar lo que querías. Es triste, pero supongo que aún con esas pienso que eres bueno, y que mereces algo mejor que yo.

Lo siento, cariño, siento tener que marcharme, siento tener que alejarme, pero sé que es lo mejor que puedo hacer, tengo que irme para que puedas encontrarte y, quizá, en algún momento, puedas encontrarme a mí. Te quiero, y sé que siempre te querré.

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