viernes, 8 de mayo de 2015

Márchate, por favor.

He sido esclava de mis silencios y de mis palabras, de mis promesas y de todas las veces que he huido de mis monstruos a la espera de despistarlos sin conseguirlo jamás. He sido esclava de mis victorias, pero sobretodo de mis fracasos; y de todas las veces que me prometí a mí misma levantarme tras cada tropiezo, caída o, incluso, las veces que decidí tirarme por cualquier acantilado. He sido esclava de mi orgullo y de todas las veces que grité “si te vas no vuelvas”, de todas las veces que me he marchado pegando un portazo, sin haberme llegado a ir nunca del todo.

He sido mi esclava, pero sé que en el fondo he sido sobretodo la tuya. He sido esclava de todas las veces que debí haberme ido y, por quererte, permanecí; de todos los momentos en los que debí haberme ido dejándote con tus ruinas y, sin embargo, por quererte, permanecí allí esperando como una condena de muerte creerme tus mentiras.

He decidido hace demasiado tiempo ponerme las cadenas, tirar la llave y perderme por el laberinto de todo lo que podríamos haber sido si no hubiéramos querido ser más de lo que jamás podríamos haber llegado a ser. He vendido mi alma al diablo por estar a tu lado, y me siento tan adicta a eso de tus besos que me asusta pensar en el día que tenga que desintoxicarme de las noches en vela entre tus sábanas, de tu risa contagiosa, de tu manía por desnudarme con tu mirada de fuego y de cómo me desarmas con tus ojos de hielo. Me asusta pensar en cuando tenga que marcharme e irme sin ti, sin mirar atrás, mientras recojo los pedazos de mí que has esparcido por unas escaleras que nunca más he tenido el valor de subir; mientras recojo los besos que nos faltaron una noche que he decidido olvidar.

Quiero odiarme por no concebir las noches sin ti, quiero odiarme por no poder alejarme de ti sin que oleadas de tu fragancia me persigan allá donde vaya; quiero poder odiarte por estafarme con tu amor roto y marchito; quiero marcharme, poder marcharme, coger la llave y tirar las cadenas que me atan a tu pecho, aceptar de una vez que jamás podré arreglar tus ruinas y dejar de tropezar con ellas, quiero romper el campo magnético que me une a ti, a tu esclavo querer, a tu extraña manera de desaparecer volviendo cuando menos me lo espero, a tu estúpida manía por abrazarme y hacer que pierda el valor para irme. Porque quiero hacerlo, quiero irme, quiero poder ser libre y dejar atrás todo este círculo vicioso que no hace más que rompernos.

Márchate. Márchate antes de que te suplique que no lo hagas, antes de que sienta que quererte no es sólo una puñalada, antes de que acepte que me rompas para que luego vengas a lamerme las heridas.
Márchate, por favor, antes de que sea demasiado tarde. 

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